Interpreta a Senta en “El buque fantasma”
que se presenta en el Municipal
Janice Baird, la mujer que prefirió Wagner a
Hollywood
Domingo 19 de septiembre de
2004
Juan Morales
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Ingresó al Actors Studio de Nueva York y
se codeó con estrellas como Tim Robbins, Jamie Lee Curtis y Harvey Keitel. Pero
el autor alemán la embriagó.
Senta no es una mujer del montón, es wagneriana: cree tanto en el amor que da la vida por un hombre arrojándose a un acantilado a pesar de que ese hombre, un holandés condenado a vagar por los mares hasta el Día del Juicio, la abandona creyéndola una traidora de la peor estofa.
La fatalidad embarga cada pasaje del "Buque fantasma", una ópera donde nada es a medias, es el todo o nada: el amor, la pasión, el sentido del deber, la lealtad, los celos. Las notas de Wagner son una tormenta eterna. Engañan ciertas tranquilidades, pausas ocasionales, pero no son más que relámpagos que anuncian la tempestad. Una tensión perpetua que es una condena: la condena de no poder vivir nunca en paz.
Janice Baird ha sido mil veces Senta. Ha sido mil veces amada, traicionada, incomprendida. "Pero yo soy fuerte". Porque dice tener la voz para enfrentar a Wagner y sus orquestaciones tempestuosas, y el carácter para interpretar personajes que de cándidos no tienen nada.
"Soy fuerte porque siento intensamente. Hago roles muy sensibles, mujeres muy femeninas, pero fuertes. Yo soy así. Por eso Wagner me ama", dice.
Nacida en Norteamérica y proveniente de una familia de cantantes y actores, hizo su carrera en Alemania, uno, por Wagner: "Aprendí a cantar con alguien que interpretaba a Wagner que me dijo que tenía la voz para hacerlo. Comencé a probar, lo pasé bien y ahí me quedé"; y dos, "porque conocí a mi marido, un alemán".
En el ínterin, una estadía curiosa: Janice ingresa al Actors Studios de Nueva York, una factoría de estrellas hollywoodenses. "Desde chica siempre actué y me metí al Actors más bien por estar rodeada de actores. Hasta me llegué a topar con algunos famosos: Tim Robbins, Jamie Lee Curtis, Harvey Keitel. Claro que nunca llegué a hacer una escena con alguno".
-¿Hubo un momento en que quisiste ser actriz y no cantante?
-En realidad, no. Me gustaba cantar. Además que en el teatro estás muy solo arriba del escenario, en cambio en la ópera ya hay un soporte previo que es la música, que te envuelve, que es emoción. Y porque en la ópera cantas y actúas.
-Siempre se habla del exigente método del Actors. ¿Cuál fue tu experiencia?
-Hay directores que espantan. Las lecciones de actuación fueron muy duras. Es muy intenso y yo soy así, intensa y fuerte.
-¿Esa intensidad tuya es innata o aprendida?
-Aprendida. Sin la actuación no te involucras de la manera en que lo hago. Los cantantes en general no tienen esa cualidad.
-¿Estás unos peldaños más arriba que tus colegas por esta cualidad que tienes?
-Creo que hay varios cantantes de mi generación que han querido hacer más en términos teatrales. No soy la única. Por lo menos a mí me gusta ver a la gente actuando arriba del escenario, profundizando los roles. Yo soy capaz de verlo, lo percibo, pero creo que no todo el mundo lo percibe. Porque es un ejercicio nada fácil, que es abrir tu alma.
-¿Crees que el público percibe eso cuando cantas?
-En el escenario hay una comunicación que va más allá de las palabras y la música, una comunicación diferente. Creo que el público lo siente. Aunque uno no sabe cuál irá a ser su reacción, creo que sí puede sentir la honestidad. Y esto con Wagner es importante, porque siempre hay emociones fuertes.